El descanso del guerrero
Ella anuncia: algo está pasando, algo va a explotar.
La luz que entra por la ventana le saca los ángulos a su preciosa mirada. Es el juego de las sillitas; nuestro mundo ha cambiado posiciones. Y la silla de uno de pronto está ocupada por otro o alguien corre intentando sentarse en un sitio que definitivamente ya no le pertenece y de pronto la música vuelve a empezar y hay espacios de menos. Algunas se quedan vacías, otras son ocupadas un momento y relegadas al olvido. Y a cada golpe de suerte o desventura la música anuncia el movimiento.
Mi vida retoma posiciones sin contar conmigo, no sé si estoy sentada o de pie. No sé dónde estoy ni cuánto territorio puedo abarcar.
Creo que debo quedarme agazapada un tiempo, buscar mi propio lugar en el mundo; a veces la piel se me da la vuelta y hasta mi propio sudor me abrasa la blancura.
Esta luz que entra por la ventana y me permite apreciar la finísima dulzura de su rostro, aun cuando es grande y valiente y mis manos no pueden abarcarla, ójala pueda tomarla en mis brazos y convertirla en faro.
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