Soy un buen partido en el sentido más amplio de la palabra.
Tengo a mis espaldas la certeza del puro triunfo. Fui buena estudiante -matrículas de honor en la licenciatura incluídas-; soy una hija responsable, una trabajadora incansable, un editor creativo, una escritora celebrada, una mente con un coeficiente intelectual -según los test al uso- bastante alto, un ciudadano que paga sus impuestos, que gana un sueldo aceptabe, que tiene su propia casa empapada del sudor de su frente, apenas bebo, soy seria, responsable, trabajadora, incansable, activa, creativa, emprendedora y hasta rentista en ciernes.
Tengo 26 años.
Me pidieron que hiciera una lista de todo lo que tengo de bueno. Tú me ayudaste. YO puse todo esto que acabo de nombrar.
A tí todo esto no te importaba una mierda. Te sentías orgullosa, lo sé, me decías que tenías sana envidia de que yo ahora disfrutara de todos estos logros. Pero sé que no te importaba. Vamos a poner las cartas sobre la mesa. Empecemos de nuevo.
Soy un mal partido en el sentido más amplio de la palabra.
Tengo a mis espaldas la certeza del puro fracaso. Fui una prostituta que me vendí por una migaja de falso cariño, una hija que odió, una bola de rencor, una amasijo de llanto, no sé abrazar, no sé decir te quiero, no se querer, me obsesiono con el cariño hasta el punto de volverme una psicópata, soy un pozo sin fondo que espera ser rellenado con cualquier muestra de piedad, no tengo dignidad, no tengo futuro, mi mente tiene una vida paralela a mi intención, no soy guapa -ni por fuera ni por dentro-, me quedé sola una y mil veces, una y mil veces volví a construírme una vida que se abnegó una y mil veces en un saco de amargura y reproches, soy una tarada sentimental, no tengo ni 0º de inteligencia emocional, he hecho infeliz a mucha gente, no puedo hacer feliz a las personas que me necesitan, nunca estoy a la altura, soy una chupótera, recibo más de lo que doy y aun así me desepera no tener más.
Tengo una pila de años de pura tristeza y un futuro que no pronostica ser muy diferente.
Soy un tigre, hecho para el amor y enjaulado en tu recuerdo.
Pero tú, que me ayudaste a hacer mi lista, miraste más allá de esto. Quince días antes de morir, resumiste todo lo que me querías, todo tu potencial para mirarme, en una frase:
-Pon en tú lista la verdad; en la columna de las buenas, escribe: YO.
No puedo creer que estés muerta, Sirenita.