jueves, 11 de diciembre de 2003

Estado: Acatarrada...aún.
Cuando era pequeña, el día de navidad, me dormía temiendo no encontrar nada debajo del árbol. No era por el regalo en sí, si no por que ellos me demostraran así que no me querían, que no había sido todo lo buena que tenía que ser, que nunca lo lograría. Es extraño lo poco que cambian las cosas. Entonces no sabía porqué no era buena, a pesar de lo mucho que me esforzaba; ahora no sé que tengo de malo, a pesar de lo mucho que he luchado. El único cambio es la demostración externa: entonces era un regalo, ahora es un camino vulgar, alguien que demuestre abiertamente que quiere compartir su vida conmigo. Y en los dos casos pienso en lo fácil que le resulta al resto del mundo conseguir lo que tanto deseo, y lo inaprensible que son esas mismas cosas para mí.
Por la niña que he sido, construiré un árbol y pondré debajo mis propios regalos.
Y mi ración de carbón no tendrá nada que envidiar a las de los otros.
Felices fiestas a todos.