viernes, 11 de marzo de 2005

Un año después

Hace un año no podía entender el alcance de la tragedia. Hoy, desgraciadamente, sé que no sólo existe la muerte de todas las personas que iban en los trenes, sino también la muerte de una parte de las vidas de los que quedaron esperando a qué aquellas volvieran a casa, y que seguramente un año después aún dejan la puerta abierta...
Sólo quiero decir que lo siento, que lo siento muchísimo, que espero que alguna vez puedan acostumbrarse a vivir con la ausencia, que se den tiempo, que se perdonen el dolor, alguna vez.
Inevitablemente, la vida sigue.

lunes, 7 de marzo de 2005

La gata se rinde

Uno se rinde ante la deseperación y cede a la aceptación.
Lo apunté en el livre dès propietès des choses hace ya un tiempo... Pero ayer le lloré, de nuevo, a Mividaparalela y al Santo.
Sé que debo hacer caso a mis mayores, sé que tienen razón.
No es verdad que esté consiguiendo no pensar. No puedo. Mi mente corre de un lado a otro sin descanso. Pienso todo el rato que pensarías si me vieras así, tú que me decías siempre que querías que sonriera como el día de la Peineta,o que quiero que vuelvas a casa, que quiero qué vuelvas. Apenas estoy ya enfadada, sólo quiero que vuelvas a casa, Sirenita.
Sé que es una idea obsesiva e insana, que nunca va a pasar, que no vas a volver, nunca. Que el resto de mi vida, de nuestras vidas, será una cadena de días enlazados por tu ausencia. Hay tantas cosas que no quiero hacer sin tí, tantas, que me sobra hasta el aire que respiro, tú no estás, preciosa, no estás, y es una crueldad intolerable.
Has sido una de las cosas más bonitas que he tenido en mi vida últimamente, y no soporto que me hayan negado la entrada a ese pequeño territorio de felicidad que tú me regalaste.
"Dos cuerpos que se aman construyen un lugar necesario en el mundo" te encantó la frase. Ahora yo, más bien, diría: "Dos personas que se aman...". Nuestro lugar, el que construímos a base de perdernos en todos los sitios, de las noches en vela en Cielovacío, de las compritas en la Vaguada, era necesario en el mundo, lo era, y para mí lo sigue siendo.
Te quiero, Sirenita.
No por mí, sino porque te hiciste imprescindible.
Y el resto es silencio.