martes, 14 de agosto de 2007

Chanson à moi même (toujours tu est partout)

Non, Rien De Rien, Non, Je Ne Regrette Rien
Ni Le Bien Qu`on M`a Fait, Ni Le Mal
Tout Ca M`est Bien Egal
Non, Rien De Rien, Non, Je Ne Regrette Rien
C`est Paye, Balaye, Oublie, Je Me Fous Du Passe

Avec Mes Souvenirs J`ai Allume Le Feu
Mes Shagrins, Mes Plaisirs,
Je N`ai Plus Besoin D`eux
Balaye Les Amours Avec Leurs Tremolos
Balaye Pour Toujours
Je Reparas A Zero


Non, Rien De Rien, Non, Je Ne Regrette Rien
Ni Le Bien Qu`on M`a Fait, Ni Le Mal
Tout Ca M`est Bien Egal
Non, Rien De Rien, Non, Je Ne Regrette Rien
Car Ma Vie, Car Me Joies
Aujourd`hui Ca Commence Avec Toi

viernes, 1 de junio de 2007

So tell the boys that I'm back in town


(foto cortesía de Lienzo Blanco)
He hecho de una ciudad cualquiera el orbe de mi mundo...

jueves, 26 de abril de 2007

lunes, 23 de abril de 2007

Fin de semana horizontal (nadie puede arrebatarme el amor)


Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.

No, no, no, no, no, no, la mato y aparece una mayor.
No, no, no, no, no, no, con mucho más infierno en digestión.

No quepo en su boca, me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
una palabra y la enveneno de mi piel.

No, no, no, no, no, no, la mato y aparece una mayor.
No, no, no, no, no, no, con mucho más infierno en digestión.

Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.

No, no, no, no, no, no, la mato y aparece una mayor.
No, no, no, no, no, no, con mucho más infierno en digestión.

lunes, 2 de abril de 2007

El ejército de los maravillosos


Por la noche, una habitación preparada para la acogida, su mano retirándome el pelo como si apenas ayer nos conociéramos, más dulce que el vino, el amigo al que yo más quería, el que hace su camino y me da la mano mientras ando por el mío. No creo que pueda haber sentido antes tanta felicidad no merecida, o, acaso, sea la espera la hacedora de su medida. Todos hemos sido hermosos alguna vez, pero el mundo nunca me pareció tan sublime. Noto de pronto un calor que me coge por los tobillos y me zarandea para gritarme que es cierto, y que, aunque no acabe de creerlo, este golpe de suerte lleva mi nombre. Somos mayores, responsables, independientes, currelas, estamos en el mundo, sin hacer daño, intentando sacar a cada paso lo mejor que tenemos por el puro lujo de ofrecerlo. Y no importan los llantos o las decepciones, porque en días como éstos sabemos que lo estamos haciendo bien, que somos todo lo ángeles que se puede ser, y que por eso, porque lo merecemos, la vida nos regala pequeños momentos de grandísima felicidad dentro de la felicidad libre de euforia cotidiana.
Me gusta cómo sois, me gusta cómo soy, me gusta el mundo que estamos construyendo; el del ejército de los maravillosos.
No se puede pedir más ni se debe esperar menos. Y entonces él me dice “últimamente no escribes mucho” y le contesto “No lo necesito”. No sé escribir cuando soy feliz.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Y más que me voy a hacer


Me preocupa mucho últimamente la adecuación de la especie humana a su entorno, en el sentido amplio del tema y de una manera a mi entender científico-personal, que es lo mismo que decir que estoy inmersa en una investigación ardua pero no por ello poco gratificante enmarcada en un proyecto propio llamado “El Costillas vs Panecito”.
Y es que mi (nuestra) Santa Morada reúne dos condicionantes sumamente ricos en detalles que pueden apreciarse a simple vista y potenciar una grata y entretenida manera de pasar las horas muertas. Estos dos ricos en detalles son, respectivamente, un Ser gatuno (Panecito) y un Ser humano (el Costillas) en convivencia continua y por tanto obligados a soportarse el uno al otro.
Pueden ustedes pensar que no tiene nada de sobrenatural, pero creo haber descubierto una serie de detalles que faltos de irrelevancia espero pasen a engrosar las filas de los afortunados post referenciados, cuando menos, por Punset.
El caso es que Panecito y el Costillas han desarrollado ciertos comportamientos parejos a base de imitarse el uno al otro con la sana –en principio- intención de convivir en el mismo ecosistema en armonía. Por ejemplo, el Costillas ha adoptado la manía de bufar medio en broma medio en serio para dulcificar sus protestas, ronronear cuando una servidora le come la orejilla o le toca la tripa y salir pitando antes de que me suba el mosqueo, por si cae algo.
(Aun no he conseguido, por cierto, que me traiga la pelota, cosa que Panecito ya gestiona hábilmente, pero todos sabemos que aunque unas especies sean más avanzadas que otras siempre hay individuos insurgentes dispuestos a romper las normas, y Panecito es mucho Panecito).

Hasta aquí bien, porque que el Costillas tiene su gracia cuando bufa y ronronea y Panecito sigue haciendo lo que le viene en gana, que para eso es nuestro amo y señor (y esto también lo ha aprendido del Costillas, no se vayan a creer). Pero llegando a este punto no tengo más remedio que sacar a colación el espinoso asunto del repelente. Y aquí es donde la fama cuesta y vamos a empezar a sudar, porque hace aproximadamente dos meses, Panecito comunicó al mundo cuán grandes y compostelanos son sus dominios, que aparte de abarcar toda la casa (los escasos 40 metros uno a uno) incluyen la horizontal de la cama.
Primero envió unas cuantas circulares al Costillas en las que expresaba su absoluto dominio sobre el lado que hasta entonces le había correspondido (el izquierdo, claro, pues menudo es mi Costillas) y certificó con sendas meadas tales afirmaciones. Una vez conquistado este espacio, hizo pequeñas incursiones en mi lado y a los pocos días aquello se convirtió en una invasión en toda regla. Para refrenar ese furor imperialista y no llegar al punto en el que en el Reino de Panecito no se pusiera el sol, nos armamos hasta los dientes con repelente Whiskas, que resultó totalmente inodoro e insípido para mí y completamente insoportable para Panecito y también para el Costillas, que se me ponía hecho un basilisco cada vez que me veía con el bote de repelente en la mano.
Total, que ahora tengo el frente abierto con los dos varones de la casa, a los que repele por igual mi fantástico bote de pulverizador anti-cacotas.
Lo que me preocupa es que el Costillas, cada vez que replico “es que eres un exagerado” me mira con mala cara, bufa un poco y me contesta: “y más que me voy a hacer”. Por tanto, en un estado ideal de las cosas (científicamente hablando) supuestamente debería continuar la tendencia (¿podríamos llamarla moda, quizá aludiendo a un criterio estadístico?) imitativa entre estos dos deliciosos seres con los que convivo y llegar un día, sé que llegará, en que el Costillas también mee en mi cama, y tengo miedo.
Por ahora, lo peor es que Panecito, cuando le llamo cochino y esas cosas, también me mira con cara de Costillas y me maúlla; no estoy segura, pero a mí me parece que en su lenguaje felino me está diciendo “Y más que me voy a hacer”.
Que Dios nos pille confesados.

jueves, 8 de febrero de 2007

Lagata es un nombre de milonga


He vuelto a conquistar el terreno perdido a lo largo de estos años en que no he leído, cíclicamente y a la sombra de las pegatinas de asiento reservado by MetroMadrid, con las piernas temblando y el útero lleno de amor y coraje -que es como pienso que deben leerse las grandes historias, desde las gónadas- Malena es un nombre de tango. Y a medida que avanzaba mi lectura "Nadie podría exigir al niño oculto que yo deseaba ser lo que todos esperaban de mí por ser niña", me voy quitando el polvo-barrizal que mi supuesta falta de feminidad ha provocado y recordando a cada paso que soy una mujer y que ni estoy orgullosa ni dejo de estarlo, pero lo soy, al fin y al cabo, ni más ni menos que el resto de las mujeres de este mundo.
Y por mucho que se empeñen, de la misma forma que no siento la necesidad de demostrar que soy igual que un hombre, porque lo soy, tampoco tengo que demostrar que soy una mujer. Con dos cojones como balones de nivea, que dice mi Amor Platónico.
Pongo a SanBlog por testigo de que si alguna vez me siento obligada a ponerme tacones, leer el Cosmopolitan o hablar de lo tontos que son los hombres, para expresar mi adscrición al numeroso grupo de mujeres que se sienten al mismo tiempo modernas y femeninas sin que se las despeinen las cejas, me cambio de sexo. "Que me lo corten, que no lo merezco" imploraré ante ustedes.
Porque estoy harta de explicarme, harta de saber, confirmar que soy marciana, sentirme marciana, saber que engroso las filas del ejército de los maravillosos, que por pocos y políticamente correctos pierden de antemano las batallas y empiezan a luchar después de comenzado el combate. Estoy harta.
Y entonces mi Costillas me pregunta por qué siento que soy yo la rara, y no el resto, y replico que simplemente es una cuestión cuantitativa, porque ellas son más y yo una y trina, todo a la par. Pero en el fondo sé que estoy mintiendo, que soy cobarde, por la simple razón que mi sinrazón me dicta de que estoy harta de ser o parecer rara, que quiero ser normal, o, más bien, que el resto no piense que soy rara.
Y el Costillas, como un flamante caballero, que es lo que es, viene a mi rescate. Y me devuelve el orgullo de ser lo que soy, que lo tengo, no se crean.
Sí, soy así de normal, en general y mayormente, es lo que me sale de la polla y del jesús. A la par.
Y que se jodan las féminas.

lunes, 29 de enero de 2007

Cosas que me encuentro en la calle


Supongo que cuarenta años en las aulas permiten alcanzar un timbre de voz tan perturbador e intimidatorio como el que tiene mi madre cuando me organiza la vida, es decir, la mitad de los días que me llama. Yo supongo que ustedes también lo sufren con las suyas, pero les aseguro que mi S.M., Señora Madre, o Su Majestad, que viene a ser lo mismo, es capaz de romper toda la vajilla del IKEA de mi casa sólo enumerando una instrucción que comprende su especial entendimiento de las distancias madrileñas. Esto es: el sur de madrid y el norte se comunican, según ella, en un "momentito", porque total una hora de metro es un "sentarse un momentito" o bien "acercarse en un momentito". Pero lo peor, siempre, es que ella reclama su coto de libre acceso a mi intimidad bajo presión verbalizada en "Y novionotendrásynomeloquieresdecirhijacomoeres, ¿eh?, que nunca me dices nada, ¡ni lo de Panecito me dijiste!"...
Y esto son dos cosas que no me perdonará en la vida, lo sé. Lo del novio por lo de la semillita y lo del gato porque a falta de pan, bueno es un Panecito para efectuar las labores del nieto que se muere por tener.
Él es lo único que me he encontrado en la calle y me he llevado a casa sin que mediara drama de por medio. El mueble guapísimo de la entrada, mi última adquisición basurillas, no tiene el beneplácito materno; el Costillas, al que también me encontré en la calle pero ya desinfectado y todo -aunque escurrido y más viejito que ninguno, la verdad- no quiero ni mentarlo sin anillos de por medio; pero Panecito, ay, puede echarse la siesta en el flamante sofá del salón materno, con los quesillos puestos encima de los delicados bordados sin que mi S.M. diga ni mú. No exagero, les juro que desde que Panecito nos adoptó al Costillas y a mí, mi S.M. sólo llama para preguntar si juega, maulla, come, hace cacotas bien o echa de menos el sofá pitiminí que a este paso, seguramente, le caerá de herencia, mientras mis hermanos y yo apenas podemos cruzar el umbral del salón sin temer su ira. Al final tendrá razón mi Señor Padre, que dice que Panecito es un sinvergüenza, mientras se aprieta en el otro sofá para que, de nuevo, el bichamen se eche la siesta agustito.
Total, que haciendo cuentas, desde que cumplí los 28 hasta la fecha, incluyendo las cosas que he pagado y las que no, lo puto mejor que tengo me lo he encontrado en la calle.
Luego se me vendrán quejando de que no hago más que poner pasteladas en el blog. La culpa es de las rebajas, que me dejan insatisfecha, como mis explicaciones sobre el Costillas a S.M.
Porque madre no hay más que una y sólo quiere nombrar heredero a Panecito, les invito a que salgan a la calle y miren atentamente en la basura; si a mi S.M. le ha cambiado la vida, a ustedes también puede cambiársela.

lunes, 15 de enero de 2007

El sabor de las olivas


Procede de Cervantes,
pero está en una página
de Seferis: la idea
de crear un alter ego
y decidir hoy mismo
que exista un Caballero
puro nombre, poeta
que prepare el milagro.

[J.A. González Iglesias dixit, y yo me lo apropio para justificar la apertura de mi nueva sucursal de egocentrismo, que también tienen en el rascador en un cómodo primer puesto. Y todo por el módico precio de una flamante fuji-puente de 5,1 megapíxeles. Les parecerá barro, pero traigo el año cargadito de rica anchoa...]