lunes, 28 de noviembre de 2005

Murder in the dance floor

He tratado de recordar, en estas semanas, cómo era antes, qué me gustaba. Y he querido verme con menos años enjuiciando mi situación actual, volviendo a lo que yo esperaba de las cosas y de mi misma antes de que las facturas de la luz y el "trabajo en lo que me gusta soy una super editora como molo" me comieran la personalidad.
Y entonces ha vuelto a aparecer ella, mi verdadera heroína, mi referente: Dazzler. Et partout, como era menester, me he encontrado con viñetas de aquel cómic de mi hermano que tarde un año en perder y veinte en añorar. Y después me he ido a la página del pedazo de artista y amigo Juan Rojo, que vuelve a la carga con mis retratos para enseñarme lo bonita que una puede llegar a ser como parte de un todo. Es, por tanto, el momento de resurgir de mis cenizas.
Como dice Sarix, un pequeño movimiento obliga al mundo a moverse entorno tuyo.
Yo lo que quiero es ser como Dazzler. Para empezar, voy a terminar mi relación con los tintes de pelo; lo dejaré de mi color natural, o sea, rubio. Y después moriré matando, eso sí, en la pista de baile. Es decir, que más o menos, terminada mi transformación, dentro de aproximadamente un año puede que Juan me dibuje así:

Guapísimo.
Y luego a ver quién es el tolai que se me enfrenta.

jueves, 24 de noviembre de 2005

Mirando al mar

Siguiendo con el tema de que vengo aquí a hablar de mi libro, coño, he recuperado una romántica anécdota de mis años estudiantiles, que transcurre en la playa de Somo, y posteriormente pasa a formar parte de las leyendas salmantinas cuyo encuadre podríamos adscribir a aquel mágico sitio llamado el Corrillo, donde Meinelieben y yo nos hacíamos pasar por poetas y dábamos recitales.
Durante algún tiempo, aunque no se lo crean, fui deseada y amada por una preciosa pasiega. Este hecho y ciertos comentarios de Meinelieben produjeron entre mis compañeros de facultad una creencia generalizada en mi destreza para la pastelería que no tiene nada de cierto, pero que sin embargo me dieron la oportunidad de reírme bien a gusto de aquel profesor de latín tan poeta y tan gay y comprobar lo superficiales que son los ambientes literarios.
El caso es que escribí una poesía bien mala, juzguen ustedes, sobre el mito de hemafrodita que recoge uno de los momentos más románticos que he tenido en mi vida -"pareces un muchacho" en un susurro mientras me besaban la espalda- y ni corta ni perezosa lo leí delante de toda la facultad.
Huelga decir que recibí las mejores críticas de toda mi labor poetil y que aquel profesor me contó muy emocionado lo valiente que había sido. La poesía es una mierda, pero sin duda la imagen de enfant terrible enamorada de una pasiega militante deslumbró a más de un intelectual.
Y hoy he encontrado aquella poesía, por casualidad, en uno de mis libros. Y como el blog es mío y me lo escribo cuando quiero, pues áquí la tienen, para que rían a gusto. Bendita Universidad...

SÁLMACIS
Entonces
cuando todavía esta tristeza no era más que un espectro
solíamos acariciarnos las manos por debajo de la arena
en la playa de Somo
fue antes de los aviones y de París
antes incluso de que doradas y desnudas
perdiéramos la juventud y las piscinas públicas
Tú,
hermosa Sálmacis vigilante,
acercaste los labios a mi espalda
y tu beso crujió con el romper de la ola

(algas como alas enrededadas en nuetros tobillos
auguraban un futuro más limpio en tus brazos)

inagurando todas las noches,
mi arena entre tus sábanas
"pareces un muchacho"
y entonces estabas tan lejos
que las yemas de mis dedos se rasgaban
con tu contacto

Sálmacis,
tú has sorteado el sacrilegio
has hecho de una ciudad mi casa
y de la playa de Somo el refugio
del ejercito de los que alojan en su mirada
una belleza más fuerte que nuestras palabras.

lunes, 21 de noviembre de 2005

Me porté como un caballero

Y me regaló un costurero.
Ante mi novedosa y desocupada new way of life, me he erigido otra vez en guarra de la noche. Esto es, he decidido volver a retomar aquella famosa novela que empecé sobre una niña que tenía sueños eróticos con su profesor y que inspiró directamente aquel Javier Pardo de mis amores, mi profesor (ayyyyy) de literatura inglesa.
El caso es que me he dado cuenta, nada más ponerme a escribir, que hace meses que no tengo ni el mínimo atisbo de revolución hormonal. Ésto es el acabose.
Estoy desesperada. Es la primera vez que me pongo a escribir y no se me ocurre ninguna guarrada.
Apelo a vuestra bondad, necesito un corderito en mi vida que me devuelva mi sucia mente.
Demasiados costureros en los últimos tiempos, reitero.

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Soñando con Sirenas

Y después de todo, todo ha sido nada, decías ayer, no ha pasado, sólo esta cicatriz en mi costado y una caricia destemplada en el corazón y una espera demasiado larga para el abrazo. Y yo te contaba y tú escuchabas y como siempre tu mirada prometía el futuro, tu mirada, que nunca lo tuvo.
Quand tu est près de moi, je ne sens pas le ciel pensé sur nous.
Al fin.
Ayer noche tu abrazo convirtió mi cuerpo en lugar para el amor.
Sirenita, que bien que aparecieras en mi sueño, casi un año después del desastre.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Desnuda y en el asfalto

Yo he sido todas las putas
desnuda en el asfalto aguardo la caricia
soy toda balcón enrejado
toda huerto y mar
pero no hay miradas tras el cristal
mi cuerpo
convertido en lecho
¿Quién lo mecerá?

cuántas puertas cerró ya mi vida
y aún sordo se presta su engranaje
¿Quién lo mecerá?