jueves, 30 de noviembre de 2006

Conjuro para hacerme sonreír


No creo que nunca llegues a leer esto, ni siquiera sé si debería escribirlo, si estoy conjurando al dolor sólo por pensarlo, por creerme con derecho a nombrarlo. No soy más que un espectador completamente abnegado a la trama principal, y exijo que ésta tenga un principio, un nudo y un alentador desenlace. Quiero ver la función completa.
Quiero cogerte un día en mis brazos, saber que oías mi voz, o el sonido de mis dedos aporreando el teclado desde tu líquida y segura morada y darte la bienvenida a este mundo que estamos construyendo para tí. Quiero pintar cuadros para adornar tu habitación, quiero acompañarla a ella a comprar tus muebles, quiero que quieras vivir, por encima de todo, quiero que quieras vivir.
Quiero saber que hay una justicia natural que me permitirá verte sonreír y sonreír contigo.
Porque esto si que es importante. Lo demás, todo lo que pasa en este micromundo desde el que hablo, son adornos u obviedades. Pero tu eres de verdad, tienes que serlo, porque me estás enseñando a distinguir lo importante de lo imprescindible.
No permitas que ella desfallezca.
Estaré aquí para servirte de apoyo con la que dar la vuelta al mundo, si fuera necesario.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Tonto el que lo lea


Asisto estupefacta en estos días a las diversas y siempre jugosas disquisiciones sobre los bloggeros, sus usos y costumbres. Y me siento como Félix Rodríguez de la Fuente, acechando al lince ibérico y descubriendo su ritual de apareamiento; porque no nos engañemos, señores, entre las múltiples y variopintas razones que pueden llevar a un ser humano a construir uno de estos enejendros literarios o ficciónes autopublicitarias llamadas blogs está, cómo no, el acecho sexual.
Sin duda, la mayoría de las veces se tiñe de un breve o intenso sentimentalismo utópico y global, como las aldeas, y se adereza con una pizca de modernez escondida tras el acceso a las nuevas tecnologías de la información, lo cual no es precisamente barro, pero sí un poquín de mierda.
En fin, al turrón, que yo he venido aquí a hablar de mi Niño Bonito (no el que la tiene con música, pero así ya de paso confirmo las razones de mi so sugar temporada primaveral); y me siento extremadamente motivada para donar a la posteridad la razón que mi sinrazón me dicta*, por lo que paso seguidamente a exponer que de entre todas las hordas de blogs que surgen cada temporada, siempre hay alguno preferido que uno espera se perpetúe en el tiempo lamido por las aguas del río de Heráclito; los demás empiezan con ganas y terminan al poco en tristes osarios, actualizándose tan sólo con los comentarios de los lectores nostálgicos. Nunca pensé que mi Mister Blog 2006 terminaría engrosando las filas de éstos últimos.
Así que, hecha esta breve introducción, paso a comentar lo que me parece que mi Amor Platónico (de nuevo me estoy refiriendo a otro distinto al del miembro musical) haya decidido cerrar su blog:

CASI YO, ERES UN BASTARDO.


Así que me salto impunemente mi norma número tres para decirte que si tengo que pegarme con la plantilla para inagurar la sección ARENERO y meter ahí el link a tu mierda de página, te voy a ir a buscar a la oficina, chata, para darte de leches hasta que se me caiga la mano. Que me he quedado con tu cara y sé dónde vives.
Me da igual cómo lo hagas, pero tienes que escribir, y, por supuesto, pasármelo, que para eso me autoerigido en editor preferente de tu persona, entre cuatro más de este mundo.

Mariconadas las justas, que le estas robando el pan del copyright a mis hijos.

*1. Lagatazurda es, aparte de una oportunidad magnífica para fablar (en el sentido bíblico, por supuesto), un trastero que encierra todo aquello que me peta el disco duro, esto es, una racionalización extrema de mi espacio cerebral, ya que éste tiende a llenarse con agobios, angustias, baboserías y otras guarradas que se perderían como lágrimas debajo de la lluvia si no pudiera almacenarlas en este espacio que tan desinteresadamente San Blogger me proporciona más allá de la puerta de Thanhaussen.
2. Lagatazurda es, también, la casita de chocolate de una personalidad que no tengo, que nunca tendré y que quizás tampoco quiera tener más que aquellos raticos en que me afilo las uñitas con el teclado; no está basado en hecho reales, no es verdad, no es mentira. Yo soy mi mejor lector, porque escribo para mí y no para ustedes (por si acaso, me gusta mantener su nivel de egocentrismo muy por debajo del mío).
3. Lagatazurda tiene ciertas normas y reservas del derecho de admisión: nunca se utiliza, bajo ningún concepto, para insultar, referenciar de forma negativa, acosar, ofender, mirar de soslayo o decir algo malo de personas concretas que antes mi otro yo (el que se bebe el vino de misa) haya dicho de palabra, obra y omisión. Nunca es una vía de escape para lo malo que no me atrevo a decir. Sí suele ser una forma cómoda y bastante cobarde (porqué no, lagata es mía y me la follo cuando quiero) de decir cosas bonitas de la gente o expresar sentimientos que soy incapaz de pronunciar sin tartamudear.
4. Lagatazurda nunca incluye fotos y/o representaciones de mi persona en las que pueda distinguirse mi aspecto físico; yo a mí misma no me pongo, y el blog es para mí.
5. Lagatazurda nunca borra textos que esté editando en función de las personas que crea que lo pueden llegar a leer; yo soy mi censor y mi target preferente, lo que es bueno para mí es bueno para todos, entonces.
6. Lagatazurda se reserva el derecho a vetar, censurar, moderar o incluso editar los comentarios; ya sean propios o ajenos. El que no quiera acogerse a éstos términos puede abrirse su propio blog al módico precio.
7. Lagatazurda es el egolujo que me permito a mí misma, así, rollo Sanchez Dragó Juan Palomo.

lunes, 6 de noviembre de 2006

En la calle


chusco, ca.

1. adj. Que tiene gracia, donaire y picardía. U. t. c. s.
2. adj. Perú. Dicho de un animal: cruzado (ǁ de castas distintas).
3. adj. Perú. Dicho de una persona: De modales toscos. U. t. c. s.
4. m. Pedazo de pan, mendrugo o panecillo.
5. m. Pan de munición.

(Tengo un nuevo compañero de camino...)

viernes, 3 de noviembre de 2006

Como ratones colorados



Me pone enferma no poder bancármela yo sola, necesitar, pedir. A veces mis orígenes y desarrollos de niña pija me pegan un revolcón.
Y sin embargo él es feliz con muy poco, si tiene, lo utiliza; cuando no, sonríe y simplemente espera a que vengan tiempos mejores. Siquiera es egoista para reclamar nada por mucho que lo necesite; es generoso, en las buenas y en las malas. No necesita más que un espacio grande y luminoso para ver crecer las flores que encuentra por la calle. Quizá no es el más alto, ni el más guapo, ni el más triunfador, ni el más intelectual, ni el más moderno. Quizás no me pueda ofrecer una dote. Pero me está enseñando a vivir. A ser feliz sólo por tener una tarde soleada para dibujar.
Y yo creo que eso es mucho más de lo que me merezco.