martes, 21 de diciembre de 2004

A Patricia, in Memorian

De hoy para adelante será siempre 17 de diciembre. Un día repetido eternamente, para que me dé tiempo, nos dé tiempo, a desmecernos de tu abrazo, a poner nombre a las cosas, si acaso hay nombre para lo que ha pasado. No quiero que vivas en este dolor sordo que me atenaza los senidos, sólo puedo recordar tu hermosura en sonrisa. Porque de hoy para siempre, tú perteneces a las filas del ejército de los maravillosos, de los que ni los estadistas con sus números —“porcentaje de población que fallece antes de los 30 años”— ni los médicos con sus autopsias y sus donaciones de órganos —”mortalidad infantil”, mi dulce niña— ni los tanatorios con sus registros —”vengo a recoger el cuerpo que contenía el alma más hermosa del mundo”— pondrán registrar en ningún archivo, ni calcular el número de tus risas, la cifra aproximada de la felicidad que me has dado, que nos has regalado. Tu pelo brillando al sol en algún lugar de la sierra, tu gritos de ilusión en la Peineta, las noches enteras hablando de nada y de todo, las líneas de tu mano que contenían la medida exacta del mundo, los baules de la Piquer, las migas de galletas en el coche, las chuches, tus cremas, tus abrazos, tus palabras de consuelo, tu mirada de vieja sirena. Por eso será siempre 17 de diciembre, un momento antes de que le mundo se rompiera, de que la luz se resquebrajara mientras hacíamos la cena, mientras pensábamos que este ángel duraría para siempre, me llamaré Viernes, 17 de diciembre, ya que mi corazón es tu siervo, Patri.


viernes, 26 de noviembre de 2004

El regreso

Le jour.
Soeur vuelve hoy con sus vocecitas de niña y su extrema delgadez a mis brazos. Quizás estará más gordita, o tendrá el pelo más largo, o mirará todo con esa sonrisa que hace inexpugnable el mundo. A veces, me desespera. Otras veces, de pronto, me cuenta que la vida es grande y hermosa y no la reconozco. O quizás lo que pasa es que no me he molestado en mirarla duante todos estos años, y, ahora que vive en las otras puntas el mundo de pronto la descubro, pequeña y nubil, pero también fuerte y más viva que nunca, con una serpiente de metros enrollada alrededor de su blando cuello, sonriendo como quien se hace una foto con su hamster.
Soeur es así. Va y viene según las circustancias.
Hoy van a suceder milagros, vaticino.

lunes, 15 de noviembre de 2004

La charlatana

No existe la pereza para los melancólicos, la charlatana que llevan dentro no tiene tiempo de respirar. A veces no logro recordar en qué lado estoy, que parte del mundo me reflejo en ese instante. Y después viene Gatín, o Chikenhead, o Meinelieben y me hablan através del espejo. Pero no hay tiempo, no hay tiempo, la vida acecha ahí fuera, imparable. Y las mismas ruedas que nos transporta mañana será la que machaquen nuestro rostro en el barro. O quizás sólo suceda que es lunes y la mañana me ha mecido la mirada con un viento demasiado frío.
O, más bien, que acabo de firmar un contrato fijo. Glups.

jueves, 4 de noviembre de 2004

Preguntas razonables

Y él pregunta: la gata, la que escribe los mensajes, ¿eres siempre tú?
Y lagata piensa, solamente: soy yo, la de este lado, la poeta, y también la otra, la que no se mira al espejo, la que duerme con las ventanas abiertas. Pero cuando escribo, entonces, soy mi espejo en negativo, lo que nunca he tenido y nunca tendré me sale al paso en cada arañazo.

jueves, 28 de octubre de 2004

Engatando al gato

He descubierto, en un alentador lunes de octubre, la expresión equivalente a ligar en portugués:
ENGATAR
¿No es maravilloso?
Creo que Dios me hace señales...

miércoles, 20 de octubre de 2004

Lagata sobre el tejado de zinc

Pero la gata no se lamenta de ninguna de las noches en cuerpos extraños, mirando el mundo desde arriba, grabando las luces de neón en el recuerdo. Porque la gata tiene la lengua áspera, y todo lo que besa es áspero, difícil de atrapar. Pero, silencio, no es tiempo de súplicas, hay que inagurar los días de fervor. Música de lluvia sobre el zinc y ella no tiene miedo al agua, pero el fuego, ay de los que pretendan administrar el fuego, no lograrán siquiera aplacar sus cenizas.
El rencor es sólo una forma de recuerdo. Voy a olvidar, para que me quede espacio, para que me den tiempo.

martes, 19 de octubre de 2004

Making Miracles

Cada vez más gata y menos zurda...
Vuelvo, me tomo en mis brazos
y me echo a la vida,
a mendigar fervor...

martes, 11 de mayo de 2004

Cogiendo carrerilla...

Madrid, 10 de Mayo del año 2004.

Yo, Lagata Ovillera Mayorzota, con D.N.I. XXXXXXXXx y número de la Seguridad Social XXXXXXXXX, pongo en conocimiento por medio de este documento mi baja laboral voluntaria en el cargo que hasta la fecha he venido ejerciendo en la empresa editorial Quenominteresa y anuncio que esta baja se hará efectiva el viernes día 14 del presente mes de mayo, siendo este, por tanto, el día en que finalizará mi relación laboral con Laestúpidademijefalalocadelacolina.

Y para que así conste, firmo en Madrid, a 10 de Mayo del año 2004.

Fdo. Lagata Ovillera Mayorzota
[anda que vaya colección de cartas que tengo ya... He encontrado un trabajo de lo mío, que me gusta un montón, me motiva, me da para vivir y sin jefa que me insulte y me grite...Me siento, a ratitos, un poco Robin Hood del entorno laboral]
:)

viernes, 23 de abril de 2004

Estado: Tan Tan go...
Hace casi un año escribí esto para describir lo que sentía como el primer día del resto de mi vida. No lo fue, o quizá si por un tiempo, pero resulta que hoy me han confirmado que esta vez va de veras: Hoy, por una poderosa razón que no voy a explicar, es el primer día del resto de mi vida, y esta vez es en serio. Hubo un antes de hoy y existirá un después, sin dudas. Y la suerte o el destino me ha vuelto a llevar al Boss, como era de recibo. Y además, el día de San Jordi, patrón de mi trabajo. No voy a describir como me siento, porque creo que lo debo pensar y sentir ahora es lo que escribí hace un año, y estoy exactamente donde debo estar. Asi que desde Cielo Vacío, el primer día del resto de mi vida, os lo brindo. I'ts Boss Time. Feliz San Jordi!: "La sensación: fue el primer día del resto de mi vida, this are better days, baby, rozando el cielo en la noche madrileña, mientras un avión sobrevolaba bajito el estadio, una felicidad prácticamente milagrosa, que hacía mucho tiempo que esperaba, counting for a miracle; eso es lo que fui a buscar y lo que encontré; el calor fraternal rodeándome con sus brazos y el recuerdo común de una infancia despojada de tristeza al ritmo de Glory Days, en consonacia con lo que teníamos los dos en la mente en ese momento. La importancia de las cosas pequeñas, como yo, como la carita de esa hermosa personita que se pintaba estrellas en las manos y que anoche recibió una llamada de no sabe quién que quería decirle exactamente lo que escuchó entre violines: everything is everything. Y ni un sólo día perdido en la inercia a partir de ese momento; mi personal City of Ruins de los últimos meses anoche quedó atrás como una imagen extraña y triste y el mundo de pronto era hermoso porque yo también me sentía así, como si últimamente hubiera estado en otro sitio, dancing in the dark, y la noche de ayer hubiera sido el fin de la espera de otra vida, de otro universo personal sólo mío que nadie puede rasgar, world appart. Y la resaca todavía dura, la euforía se ha convertido en una felicidad pequeñita, como tiene que ser ...I can't stop the fire..."

viernes, 2 de abril de 2004

Parole, parole, parole

Alguien ha entrado en la bitácora buscando "Felicidad libre de euforia". Para los que no lo sepan, yo, la reina del refrito literario, tomé esa expresión de Juan Antonio González Iglesias, poeta al que adoro y persona a la que detesto, como suele ocurrir. En este caso bien es verdad que tengo fundamento: un oscuro suceso durante mis años estudiantiles en Salamanca con el susodicho me ha permitido manejar una relación de admiración-odio (y alguno de los dos sentimientos fue mutuo, lo sé) que estaba siendo pasto del olvido hasta que esta entrada me ha recorado todo aquello.
Y, también, que mi cuerpo duerme del lado del amor, y no del abatimiento...
Courage, entonces.
La gata afila sus uñitas y se prepara para perderse en la vorágine de los días con los signos del tigre.
Ha veces hay que recordar que el pasado y el presente no son más que dos palabras para designar la misma cosa: YO, ese que debe de amarse porque es delicado e insólito, como algunos momentos de los demás mortales.



jueves, 25 de marzo de 2004

Taormina

En Taorima, un viejo filósofo contempla ensimismado el mar desde el teatro. Sabe que la ciudad es sólo una punto de partida en el espacio y el tiempo, pero siempre el mismo, como las aguas que van y vienen en la Bahía de Mazzaró, con sus silenciosas grutas del destino. Camina tristemente dentro de ellas y sabe que la salida no será más las Naumaquias o el Odeon, sino el camino que lleva al castillo de Castellmola, en otro momento donde las mujeres gritan enfebrecidas al paso de los animales por el Antiquarium y tapan sus cabezas con velos que ocultan la calidez de los rostros. Es entonces un soldado sarraceno que desde su torre militar sonríe frente al recuerdo a los compañeros enterrados allá en la necrópolis, y añora la calidez de la lucha y el abrazo de la muerte que dejo atrás. Pero no, el reloj que resuena en toda las calles, en todos los jardines, en todas las fuentes, marca como un mazo el tiempo aquel en que Imán llamaba a la oración, y sus hábitos de duro fieltro le lastiman las rodillas. Descubre, entre los muros de la abadía, un misterioso secreto; calladamente lo escribe sobre un gran libro de oraciones; no volverá más este día oscuro en la catedral de san Nicoló, ni las noches en vela sobre el viejo manual de latín en el convento San Domenico. Porque ahora sus ropajes apenas le permiten el movimiento, y mientras refresca su nuca, bajo la empolvada peluca, en la Fuente de Plaza Duomo, piensa en todas las cosas que será, inevitablemente, una y otra vez: el soldado, el abate, el duque, el viajero anónimo que admira todas las épocas, todos los tiempos, en la ciudad de Taorima; se siente cansado y sabio, y no sabrá nunca, acaso, que no ha dejado de de ser un viejo filósofo que, sentado en un teatro, contempla la gran pantomima de la historia.

martes, 16 de marzo de 2004

Silencio

[Lagatazurda guarda una semana de silencio en señal de repulsa por lo sucedido... ]

jueves, 11 de marzo de 2004

Silencio

ASESINOS:
NI VENCIDOS NI CONVENCIDOS!

miércoles, 25 de febrero de 2004

SOLAMENTE

ya comprendo la verdad

estalla en mis deseos

y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios

ya comprendo la verdad

ahora
a buscar la vida

lunes, 16 de febrero de 2004

Santorini

La arena negra de la playa, movida por el viento, levanta la mirada hacia el volcán del que procede. Santorini, toda blanca y azul, toda agua y fuego, esconde bajo las aguas un secreto tan grande como el mar. Sus habitantes tienen un brillo marítimo en la piel, y las largas cabelleras de las mujeres saben a algas.
La isla se mece suavemente al ritmo de la marea. Ya cerca de Akrotiri, comida por la lava y borrada por el tiempo, seguimos el contorno de las ruinas y la silueta de la tierra hasta que el sol atrapa nuestra mirada. Y allí abajo, al otro lado del suelo que pisamos, otra ciudad se despereza ante el nuevo día, y su habitantes miran hacia arriba y encuentran un azul tan limpio como el cielo.
Las playas son comidas, durante el día, por el agua salada, porque sus guijarros contienen los secretos de los que se alimenta la ciudad sumergida. Por eso, el anochecer de Santorini es una algarabía en la que se puede escuchar a los ciudadanos del mar utilizando la marea para robar las piedras en los que los viajeros encerraron las cosas que nunca se atrevieron a contar.
Al marcharse, los secretos dejan constancia de su viaje entonando una cadencia que rompe el sonido de las olas en mil pedazos.



viernes, 6 de febrero de 2004

Las ciudades y los días

Al llegar a Varsovia, el caminante se convierte en una niña llamada Anna, quizás. O en un alquimista, que, en el fondo de su taller, busca sin descanso entre las líneas del Torah. Varsovia se rehace cada día, se retuerce sobre sí misma; reduce el tiempo a un solo momento, a una sola vida que cada día se renueva y se extingue inevitablemente mientras los manzanos florecen, al otro lado del Vístula
En la Plaza del Mercado, un viejo pintor olvida los muros del gueto, las alambradas, y su alma hecha jirones se deshace bajo el sol de la suave tarde de verano. El empedrado de las calles que bajan desde la ciudad vieja hasta las orillas del Vístula reproduce los pasos del caminante uno a uno, y su eco tiene una cadencia distinta a la de otros lugares menos hermosos; aquí las piedras están marcadas con el ritmo de la lucha, de la supervivencia, del conocimiento del propio fin.
Un piano suena, interminablemente, en la noche de Varsovia. Cerca de Kanonia, los candelabros de siete brazos nos regalan su luz a través de los ventanucos y, mientras, una niña llamada Anna juega a la rayuela y llega al cielo, justo en el mismo instante en el que un alquimista deja caer sus doradas gafas lentamente, y cierra el libro que tiene entre sus manos para mirar esa pequeña verdad de tiza y descifrar su sencilla caligrafía de cuaderno escolar. Y envidia la suerte del caminante, la música de sus talones sobre el empedrado, el tacto de sus dedos sobre las rojas paredes de las casas, las puertas que se cierran para no volver a abrirse nunca más.

jueves, 22 de enero de 2004

Libros cruzados

Ahora, además, soy una cazadora/libertadora de libros. Que ustedes lo disfruten como pienso hacerlo yo...

miércoles, 21 de enero de 2004

el miedo...

Ahí está. En la misma posición, la espalda bien recta, la voz agazapada esperando la señal para el interrogatorio; siempre quiere saber más. Mientras recojo mis hojas de la impresora o me preparo el segundo café de la mañana, se acerca a traición y me olfatea. Con quién dormiré, cuál es la marca del perfume, como sabrá su sudor. Los fines de semana lleva a los hijos de sus amigos al zoológico o al parque, y espera, con las manos en las rodillas y sus trajes caros ardiendo en el armario, que llegue el lunes. No pisa las calles, no existe cuando sale por la puerta. Nadie lo hace mejor que ella. Era feliz en su trabajo. Alguna vez fue bonita, pero supongo que el mundo ya no se acuerda de eso. Al conectar la alarma de la oficina y cruzar el parking en su mercedes, recuerda que no hay absolutamente nadie esperándola al otro lado. Para el coche y espera, espera con las manos en las rodillas y los ascensores en los talones al día que está por venir o que ya ha pasado, los atascos, el teléfono, el zumbido del ordenador. Eligió la felicidad ocho horas al día y no se acuerda cuando empezó a esperar, en qué momento cruzó la frontera de las cosas que ya no están.
Yo no. Yo he elegido la pérdida de las rosas.
Estoy sin fin en el mundo, gracias a dios.

viernes, 16 de enero de 2004

haciéndome mayor

Por la presente, yo, Lagata Ovillera Adulta, con D. N.I: XXXXXXXX, presento mi dimisión en el cargo que desde septiembre del año 2004 había venido realizando en LaEmpresaTalenlaqueentrécontodamiilusión. Por tanto, anuncio mediante este documento que mi último día de trabajo será el miércoles 28 de enero del presente año, para cumplir así el contrato que en su día firmé y que a pesar de la ilusión y el esfuerzo no me permite comer ni pagar el alquiler, conforme a lo establecido por la ley en cuanto al anuncio de la finalización del contrato con 15 días de antelación.
Y para que así conste, firmo en Madrid, a 14 de Enero del 2004.

Fdo. La gata,

(que se va a trabajar a otro sitio (de lo suyo, que nadie se asuste, no voy al Mac Donals)
que la gusta menos (aunque ya veremos, puede que sea mucho mejor)pero donde queda el consuelo de que el mpresario no pretende forrarse a cuenta de la ilusiones de alguien joven y dispuesto a currar horas y horas bajo presión, por cuatro duros, con un contrato de becario o de prácticas tan voluble como la memoria de Merlín, por el puro placer de trabajar en lo que le gusta y tener una oportunidad, que ya he visto que nunca llegará, claro, de que después le reconozcan el sacrificio y le paguen a cambio de su trabajo en la empresa donde se ha dejado su lozanía... Y sus años de preparación académica y su dignidad estudiantil y profesional /personal).
NOTA: Hubo una vez en que pasaba que tu trabajabas, ¡y te pagaban por hacerlo! Creo que he conseguido viajar en el tiempo...
O sea, que he firmado la libertad económica (solo he quitado las partes identificativas cambiándolas por otras, he hecho un corta y pega de mi carta de dimisión auténtica; estoy
en la oficina por el tema de los 15 días,que claro, no me van a regalar, que se joda que estoy aprovechando su línea ADSL) o lo que es lo mismo, la independencia paternal, en fin, con algunas lágrimas en los ojos, pero consciente de que así es la vida, que así deja nuestro gobierno y sus leyes laborales y sus magníficas ideas de becas, prácticas y demás retornos esclavizantes al estado laboral de no-derecho que sea.

Y dicho esto, deseadme suerte, que estoy asustadísima de mi nueva vida de adulto consciente del mundo en el que vive, y, al fin, independiente...
Y un caramelito para lagata, que, a pesar de la pena, ha podido sacar a adelante todo esto de una manera semi-adulta y consciente, y aceptar el mundo tal como es, que tampoco lo ha pintado ella...
Y un besito al gato grande, que ha sido el mejor consejero que encontré por estas lides... Un cielo lleno de sabiduría.

lunes, 12 de enero de 2004

parisina como un café olé

En el fondo -dijo Gregorovius- París es una gran metáfora.
>Julio Cortázar, Rayuela.
Cuando el viajero llega a París se encuentra, inevitablemente, con una ciudad que ya conoce. Sus edificios, sus calles, el olor del aire, los puentes sobre el Sena y las callejuelas de la Rive Gauche han sido millones de veces recorridos por nuestros ojos. Hemos sentido tantas veces las luces de las Mouches por debajo de los tablones de madera que pisamos en el Pont des Arts…
Todos hemos vivido alguna vez en París. O, más bien, la hemos soñado.
Y por eso recorrerla es caminar por dentro de nosotros, de nuestros recuerdos. Testigo asombrado, el viajero contempla lugares conocidos como si fuera la primera vez. Como cuando volvemos al patio de la infancia que teníamos olvidado, en el pavimento del Palais Royal podemos encontrar aún el resalto con el que solíamos tropezar y herirnos en las rodillas, o la esquina de Montmartre donde nos besaron por primera vez.
Viajar a París, o más bien volver a ella, es regresar a una parte de nosotros mismos que teníamos olvidada y encontrarnos también en lo que no fuimos y nunca seremos, en los posibles caminos que nunca sucedieron y en las interminables avenidas que tuvimos que recorrer para volver a encontrarnos en París, la ciudad de los recuerdos.
(Lo tuve que escribir para un asunto de trabajo, y como quedó, laboralmente, en agua de borrajas, os lo cedo...)

miércoles, 7 de enero de 2004

Estado:Ronroneante...
...Porque ayer, algo que yo le había sugerido a MaybeLady se hizo realidad para mí.
Me regalaron un pez. Es dorado, y, a cada movimiento, ilumina el agua y me llena los ojos.
¿Sabías que los peces tienen una memoria de tres segundos?
Cuando llegue a casa hoy, Merlín no recordará quién soy (no es muy diferente a cualquiera de los amantes que he tenido). Se pasará su vida redescubriéndome. Y le echará ganas, que para eso soy la mano que le da de comer. Es la relación más perfecta que podría imaginar entre una gata y un pez. Creo que no me lo comeré, me ha caído simpático.
Además, hoy he descubierto a Genis haciendo de caballero de la brillante armadura...
Un día perfecto, redondo.
Como la pecera de Merlín.

lunes, 5 de enero de 2004

El primer día del resto de mi vida...

Rosas, pensó con amargura. Estupideces, querida mía. Porque, en realidad, entre comer, beber y hacer el amor, los días buenos y los malos, la vida no había sido una simple cuestión de rosas y lo que es más, déjame que te lo diga, ¡La gata no se cambiaría por ninguna mujer de Suburbia! Pero, ¡piedad!, imploró. Piedad por la pérdida de las rosas. De pie junto a los arriates de jacintos le pidió piedad a Virginia Woolf.
> Variación sobre el texto: La señora Dalloway