viernes, 2 de abril de 2004

Parole, parole, parole

Alguien ha entrado en la bitácora buscando "Felicidad libre de euforia". Para los que no lo sepan, yo, la reina del refrito literario, tomé esa expresión de Juan Antonio González Iglesias, poeta al que adoro y persona a la que detesto, como suele ocurrir. En este caso bien es verdad que tengo fundamento: un oscuro suceso durante mis años estudiantiles en Salamanca con el susodicho me ha permitido manejar una relación de admiración-odio (y alguno de los dos sentimientos fue mutuo, lo sé) que estaba siendo pasto del olvido hasta que esta entrada me ha recorado todo aquello.
Y, también, que mi cuerpo duerme del lado del amor, y no del abatimiento...
Courage, entonces.
La gata afila sus uñitas y se prepara para perderse en la vorágine de los días con los signos del tigre.
Ha veces hay que recordar que el pasado y el presente no son más que dos palabras para designar la misma cosa: YO, ese que debe de amarse porque es delicado e insólito, como algunos momentos de los demás mortales.