lunes, 15 de noviembre de 2004

La charlatana

No existe la pereza para los melancólicos, la charlatana que llevan dentro no tiene tiempo de respirar. A veces no logro recordar en qué lado estoy, que parte del mundo me reflejo en ese instante. Y después viene Gatín, o Chikenhead, o Meinelieben y me hablan através del espejo. Pero no hay tiempo, no hay tiempo, la vida acecha ahí fuera, imparable. Y las mismas ruedas que nos transporta mañana será la que machaquen nuestro rostro en el barro. O quizás sólo suceda que es lunes y la mañana me ha mecido la mirada con un viento demasiado frío.
O, más bien, que acabo de firmar un contrato fijo. Glups.