lunes, 28 de noviembre de 2005

Murder in the dance floor

He tratado de recordar, en estas semanas, cómo era antes, qué me gustaba. Y he querido verme con menos años enjuiciando mi situación actual, volviendo a lo que yo esperaba de las cosas y de mi misma antes de que las facturas de la luz y el "trabajo en lo que me gusta soy una super editora como molo" me comieran la personalidad.
Y entonces ha vuelto a aparecer ella, mi verdadera heroína, mi referente: Dazzler. Et partout, como era menester, me he encontrado con viñetas de aquel cómic de mi hermano que tarde un año en perder y veinte en añorar. Y después me he ido a la página del pedazo de artista y amigo Juan Rojo, que vuelve a la carga con mis retratos para enseñarme lo bonita que una puede llegar a ser como parte de un todo. Es, por tanto, el momento de resurgir de mis cenizas.
Como dice Sarix, un pequeño movimiento obliga al mundo a moverse entorno tuyo.
Yo lo que quiero es ser como Dazzler. Para empezar, voy a terminar mi relación con los tintes de pelo; lo dejaré de mi color natural, o sea, rubio. Y después moriré matando, eso sí, en la pista de baile. Es decir, que más o menos, terminada mi transformación, dentro de aproximadamente un año puede que Juan me dibuje así:

Guapísimo.
Y luego a ver quién es el tolai que se me enfrenta.