martes, 29 de agosto de 2006

Todo es loungue (acercándome a los 30 en menos de una semana)


Menos mi vida, que es más bien Lynch. Apenas unos días para alcanzar –por fin- una pseudomadurez que por no afectar psicológicamente a mis dominios cuan grandes son, no está exenta de gracia, y desde el fondo de los tiempos aparecen ejércitos de examados o exhumados reclamando mis favores.
Es decir ¿qué es lo que motiva a la gente a dejar caminar a los demás a su lado sin atisbos de reconocimiento para después pasar a rasgarse las vestiduras en pos de lo perdido? ¿Acaso la erótica del abandono es mi mayor atractivo?
Puede que crean que lo que planteo es una cuestión baladí; sin embargo, puedo confirmarles que se han dado casos en que, por ejemplo, algunos de los amantes que no quisieron ubicarse más allá de mis sábanas se han reconocido abiertamente homosexuales justo después de que yo pronunciara “He estado pensando que mejor, si eso, ya que tú no quieres, pues ya me pasaría…”.
Y ésto, dado que aun no he conseguido cumplir los 30 y aun así estoy firmemente decidida a superar esa crisis cuanto antes, crea trauma. Al menos fomenta un montón de literatura barata y sensiblera (miren 3 o 4 post más atrás) que ustedes sufren y yo no cobro; en el mejor de los casos, se trata de hombres; en el peor, como es el que me traigo entre manos, son amigos perdidos con mucho dolor y crujir de dientes.
Y yo me pregunto, entonces ¿deberé adoptar como propia la poesía de las canciones de los Chichos y empezar a amenazar de antemano? ¿Tendré que cambiar mi semántica para que mis “Quédate conmigo” suenen a “A que te meto”?
Creo que Maya ha encontrado la solución: se llaman Tango y Bolero y hacen mucha compañía. Pero es que ella es muy sabia y sabe mucho de todo. En fin y a la postre, decididamente era mucho más fácil cuando Cielovacío y yo jugábamos a hacer conciertos del Boss en la granja de los Pin y Pon…