viernes, 21 de noviembre de 2003

Felicidad libre de euforia y ronroneo.
A veces uno echa de menos cosas que nunca a tenido.
Vivir en un lugar que no existe conlleva esos riesgos. Hay días en los que paseo por calles con tiendas en las que se venden mis recuerdos al peso, y no llevo dinero encima. Sólo hay un caminante aparte de mí, y no sé cómo es. No podré, al subirme al metro, imaginarlo durmiendo a mi lado. No se me encogerá el corazón si me cruzo con él, nisiquiera sabré que es ÉL. Y no quiere darme la oportunidad.
Algún día, al encontrarnos, nos daremos cuenta de que sólo nos habíamos olvidado.

¿Cómo puedo describir el lugar de la felicidad con tanta exactitud si nunca he estado allí?