Estado: Jodida, pero contenta.
Ahora si que pasearé por las tardes en que solo soy yo, y será la propia tibieza de mi mirada la que me salve del desastre. Me arrimo a los escaparates para perder la perspectiva, la objetividad, para no tener que aceptar de golpe que todo sea cierto, pensarlo de a poquito. De pronto estalla el silencio, o, lo que es lo mismo: las cosas que nunca me dijeron; y siento que no hay marcha atrás.
Pero después de todo todo ha sido nada, que dijo el poeta...Y sigo adelante, más ligera; soy un caminante, y la ciudad que dejo atrás cada vez es más borrosa, más lejana, ya casi la devora el horizonte. No la destruyo, fabrico otra alejada del recuerdo, para que no se me derrumbe, para que me den tiempo.
Las cosas que nunca he tenido no duelen ni la mitad que las que tuve y supe guardar. A veces no recuerdo como era antes del desastre. Y a veces una breve ráfaga de verdad me recorre la espalda y los muslos, y siento que la niña que fui se me agarra por dentro y me cambia la mirada.
Antes vivía al otro lado de las cosas. Ahora estoy en el lado de acá. Pero de vez en cuando me doy un paseo para ver como va todo por allí, y hoy es uno de esos días.
Este fin de semana he descubierto que puedo dormir con la conciencia tranquila, a pesar del dolor. Y ayer, Chikenhead me demostró que es más triste la culpabilidad que el desamor. Lo primero es algo que te acompaña siempre, y lo demás es circustancial.
Por nosotros dos, por Chikenhead y por mí, por Ari, por Pretty, por el ejercito de los No- amados, de los olvidados a su suerte, he llevado a cabo este fin de semana la mayor venganza que jamás imaginé: vivir.
Así somos de valientes.
lunes, 15 de diciembre de 2003
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)
|