lunes, 17 de octubre de 2005

Agonías


ME siento como una agonías encerrada en un reformatorio juvenil. Como si me hubieran cortado una pierna y lo único que me importara es si podré bailar. Me aburro, en definitiva. Quiero preocuparme de pintarme las uñas, teñirme el pelo y de que el gatito de turno no me haga caso. Quiero dejar de preocuparme por el trabajo, la crisis vocacional y económica que sufro, de las facturas de la luz, de esas cosas inútiles.
Pero mi uñas están rojas, mi pelo negro y el gatito se esconde. Y lo que está aquí es el trabajo, la pérdida. La terrible pérdida de tiempo.
En fin, se abre la veda, definitivamente rompo mi promesa, vaticino. Quizá lo único que me pasa es que una vez al mes, mi corazón echa de menos algo. O mi cabeza lo necesita para poder parar un poco.
Estoy hastiada de sexo, pero estoy mucho más hastiada de que nisiquiera me apetezca, de ser una gata gorda delante de un pastel y estar pensando en sardinas.
Voy a tener que empezar a ronronear, porque corro el peligro de comerme el cuentahilos.
Hasta este post es hastiante.
Os jodeis.