lunes, 10 de octubre de 2005

A favor de las Pupus gordas


Por extraño que parezca, el sábado antes del concierto de los Punsetes estuvimos en una terraza hablando de inteligencia. El caso es que Meinelieben decía que hubiera querido ser más inteligente (Dios nos pille confesaos) y yo, en un alarde metódico de superficialidad que en mi caso está más que justificado, confesé:
-Pues si a mí me hubieran dado a elegir, yo hubiera preferido un par de buenas pupus.
Porque díganme ustedes a dónde voy yo con esto.
Con que me diera para levantar la espada y que no se me cayera la baba por las comisuras, me bastaría.
Menos coco y más crema, reitero. Porque si se ve una gatita y tiene las pupus gordas, hay que hacer cabezazo, señores.
Y a mi hace mucho que nadie me hace cabezazos.